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Algunas vacunas requieren temperaturas normales de frigorífico de cocina, mientras que otras, o incluso los órganos para trasplantes, deben mantenerse por debajo del punto de congelación. Esto significa que esta versatilidad es una gran ventaja para la demanda general del producto en el mercado.
Dhruv Chaudhary, Mithran Ladhania y Mridul Jain son hijos de médicos o trabajadores sanitarios de campo en el estado de Indore. Al ver lo difícil que era mantener la viabilidad de las vacunas contra la COVID-19 durante su traslado a pueblos rurales a horas de las ciudades, en medio del calor tropical, quisieron crear una solución mejor y portátil para mantener refrigerados los suministros médicos.
Como las moléculas de sal se disuelven en agua, los iones cargados que las componen se descomponen. Sin embargo, esta separación requiere energía, que se obtiene del agua en forma de calor, enfriándola.
Aunque el equipo de adolescentes lo sabía, seguía siendo un reto encontrar el tipo de sal con las características óptimas. Si bien el cloruro de sodio (nuestra sal de mesa refinada) es lo que nos viene a la mente cuando oímos la palabra «sal», existen más de cien compuestos químicos diferentes que se clasifican como sal.
«Aunque buscamos en internet para encontrar la mejor sal posible, terminamos volviendo a nuestro libro de texto de ciencias de noveno grado», declaró Chaudhary.
