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El hongo Aspergillus flavus, llamado así por sus esporas amarillas, ha provocado numerosas muertes entre excavadores de tumbas. Sus toxinas pueden provocar infecciones pulmonares, especialmente en personas con sistemas inmunitarios debilitados. Ahora, ese mismo hongo es la fuente improbable de una nueva y prometedora terapia contra el cáncer.
La terapia en cuestión consiste en una clase de péptidos sintetizados ribosómicamente y modificados postraduccionalmente, o RiPP. El nombre se refiere al ribosoma, una diminuta estructura celular que produce proteínas, incluyendo el RiPP.
“Purificar estas sustancias químicas es difícil”, afirma Qiuyue Nie, primera autora del artículo. Si bien se han identificado miles de RiPP en bacterias, solo se han encontrado unas pocas en hongos. “La síntesis de estos compuestos es compleja”, añade Nie. “Pero eso también es lo que les confiere esta notable bioactividad”.
Para encontrar más RiPP fúngicas, los investigadores analizaron primero una docena de cepas de Aspergillus, que, según investigaciones previas, podrían contener una mayor cantidad de estas sustancias. Al comparar las sustancias químicas producidas por estas cepas con los componentes básicos conocidos de las RiPP, los investigadores identificaron a A. flavus como un candidato prometedor para estudios posteriores.
El análisis genético señaló una proteína específica de A. flavus como fuente de RiPP fúngicas. Al desactivar los genes que crean esa proteína, los marcadores químicos que indicaban la presencia de RiPP también desaparecieron.